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¡AMELIA VENCE!

martes, 8 de septiembre de 2015

LA REPÚBLICA SERPENTINA, RUBIA Y SOBERANA.

Años atrás, en el trágico incendio de un edificio usurpado del barrio de La Moca lamentablemente perecieron entre sus habitantes inocentes hijos, nietos y bisnietos de usurpadores. Es triste, pero no nos confundamos, serpentinos. Las cosas por su nombre: eran usurpadores. Por eso, haciendo tripas corazón y en aras de la conservación del justo sistema en el que privilegiadamente nos ha tocado vivir, tal vez no valga la pena darle tanta importancia a las noticias referidas a marginados de la sociedad, que no hacen mas que infringir nuestra sagrada ley de la Propiedad Privada. A pesar de que distinguidos periodistas de la República Serpentina hagan profundas investigaciones acerca de esta calamidad que nos azota, sin otro provecho que el de mantener el alerta de la sociedad. Tal vez la mayor amenaza sea que estos debidamente-privados-de-la-propiedad, desde siempre han respondido simplemente a la primitiva naturaleza, en la que podemos ver que los animales no poseen las cosas, a lo sumo las usan, nada más. La mera naturaleza. Ese conjunto de lo formado donde no ha intervenido aún el mayor capital de la historia: la civilización humana. Por eso, civilizadamente hablando, tampoco es muy saludable hacer que aparezca como un acto de solidaridad el hecho de que a los primarios sobrevivientes del trágico incendio sólo los hayan ayudado en forma inmediata y desesperada otros ejemplares de la zona. Por supuesto eso no es solidaridad. Sólo se trata de salvajes reacciones primarias, incivilizadas, que los llevan a darse mutuo abrigo, a reagruparse en otros lugares, como en algunas alarmantes cooperativas de vivienda, cuyos integrantes han tenido el descaro de crear nuevas fuentes de trabajo y la imprudencia de construir viviendas para el albergue de esta gente, queriendo así poder infiltrarse, habiéndose enquistado, en este caso, nada menos que en el tradicional barrio de La Moca, uno de los centros turísticos mas relevantes de nuestra impecable ciudad. Y no nos olvidemos que recuperar la elegancia perdida seguirá siendo una de nuestras más insignes obligaciones. Aquél trágico día, el Alcalde de la Ciudad de Buenos Targets, al que la inmensa mayoría hemos votado, sólo comparable al entrañable neoyorquino Rudolph Giuliani, no pudo hacer otra cosa que lo debido: mandar a bomberos a que hicieran su trabajo, pero también a la policía, para evitar algún ocasional acto de vandalismo. Ya se sabe que los usurpadores son gente de cuidado, muy peligrosa. Y además, convengamos en que el presupuesto de la Ciudad no está en condiciones como para subsidiar indiscriminadamente a esos individuos sólo ocupados en generar proles. (De allí el desafortunado término marxista que ellos usan para autodefinirse: proletarios). Siendo simples lúmpenes. Todo esto a pesar del infatigable, transparente empeño que ponen las autoridades de nuestra ciudad para incluirlos en los planes de la salud, la educación, la vivienda y el trabajo. Han muerto niños, usurpadores ellos, pero inocentes niños, y eso causa dolor en el corazón de cualquier occidental y cristiano que se precie. También en la Franja de Gaza han muerto centenares de niños, aunque estos como trágica consecuencia de la noble empresa que los hermanos israelíes llevan a cabo para lograr la exterminación definitiva de un perverso foco terrorista, a la sazón también usurpador, que todavía pretende socavar la libertad, la decencia y la seguridad del gran pueblo soberano de Israel. En nuestro caso, lo que está en juego es la Propiedad Privada, la que no estamos dispuestos a ceder a usurpadores disfrazados de desposeídos, a terroristas. Haciendo un poco de historia, a la civilizada, sagrada Propiedad Privada no fue posible establecerla sino hasta después de la Edad Media, finalmente. En el respetable -aunque nunca bien ponderado sistema feudal- la tierra podía ocuparse, pero no se tenía la propiedad de ella. Esta ocupación implicaba muchísimas obligaciones hacia auténticos los dueños. En ese sentido tan sólo los monarcas y la Iglesia poseían la tierra. Lamentablemente, con el correr de los años, el pretencioso ascenso del proletariado fue afectando paulatinamente a la importancia de la propiedad real y personal, infranqueable. Ahora, ¿cómo llegar a una solución de este problema? Obviamente no hay otra vía que el desalojo de los predios usurpados. De la mano de la Justicia. Sin provocar nuevos apiñaderos, como el caso de las villas miseria, de crecimiento alarmante, desagradables escenarios de posibles tragedias que ocuparían inútilmente las primeras páginas de nuestros periódicos y las pantallas de nuestros televisores. Tal vez la estrategia mas eficiente sea la de devolver minuciosamente a cada ejemplar a la tierra de sus ancestros, con la colaboración de los gobiernos provinciales. Así, en zonas naturales, podrían seguir viviendo cómodamente, desarrollando sus originarias costumbres sin alterar la trabajada mejoría de nuestra querida ciudad. Entretanto, sigamos disfrutando, impulsando, Haciendo Buenos Targets, cumpliendo con el exhaustivo menú de obligaciones ciudadanas, con las que finalmente podremos mostrar a todo Occidente los mejores resultados en materia del cuidado del ambiente y el espacio público, de la cultura, de la seguridad, del desarrollo económico, de la justicia social y la salud, mientras atendemos los hospitales, mientras educamos escuelas, mientras extendemos las líneas de subtes y las bicisendas, mientras prolongamos el magnífico Retrobus y mientras contamos, por fin, con la distinguida Policía Retropolitana. Por una República Serpentina rubia y soberana, para que los turistas se sorprendan. Para que todos ellos quieran volver a Santa María de los Buenos Targets, la capital cultural de América Latina.

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