El Comando Amelia es un comando de alumbrado, barrido y limpieza,
de acción pequeña pero contribuyente.
¡AMELIA VENCE!

viernes, 21 de junio de 2013

¿CÓMO NACE UN PARADIGMA?

Un grupo de científicos colocó a cinco monos en una jaula, 
en cuyo centro colocaron una escalera y sobre ella, 
un montón de bananas. 
Cuando un mono subía la escalera para agarrar las bananas, 
los científicos lanzaban chorros de agua fría 
sobre los que quedaban en el suelo.
Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, 
los otros lo agarraban a palos.
Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera,
por el temor a los chorros de agua fría, 

a pesar de la tentación de las bananas.
Entonces, los científicos sustituyeron a uno de los monos.
La primer cosa que hizo fue subir la escalera,
siendo rápidamente bajado por los otros, que lo apalearon.
Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo
ya no subió más la escalera.
Un segundo mono fue sustituido y ocurrió lo mismo.
El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato.
Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho.
El cuarto y, finalmente, el último de los veteranos fue sustituido.
Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos
que, aún cuando nunca habían recibido un baño de agua fría,
continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas.
Si fuese posible preguntar a algunos de ellos
por qué le pegaban a quien intentase subir la escalera,
con certeza la respuesta sería:
"No sé, aquí las cosas siempre fueron así..."
¿Suena conocido?

“Es más fácil desintegrar un átomo que un pre-concepto" 

(Albert Einstein)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me recordó la historia de la silla.
Un militar uruguayo, cuando llegó al grado máximo, decidió revisar cosas que no entendía de su cuartel.
Comenzó con la guardia a la silla. Desde cadete recordaba que había que hacer guardia al lado de una silla. Y esa orden se mantenía en la actualidad.
Comenzó a investigar, a entrevistar militares retirados. La orden había sido así desde por lo menos hacía 60 años. No se dio por vencido. Buscó papeles.
Nada.
Por fin llegó hasta el lecho de muerte de un viejo de cien años que le confió que su padre le había contado que cuando fue cadete, un cabo le había ordenado custodiar la silla porque estaba recién pintada.
(algo así contó Galeano en no sé qué libro)